CAPITULO 1.
Orígenes
Había una vez,
hace diez mil años, un grupo de gente extraña, con otras costumbres y
tradiciones. A este se le llamaba indígenas.
Ellos se dividían en tribus, les gustaba cazar y recolectar, además de
pescar y tejer utilizando lo que tenían a su alrededor.
Eran gente de
paz que amaba la naturaleza y la cuidaba.
CAPITULO 2.
Comienzan los problemas
Al sur del
Valle del Cauca vivía la tribu Jamundí, liderada por el gran cacique Xamundí,
hombre fuerte y Valente que guiaba y protegía a su pueblo; con él nada era
imposible para aquella tribu.
Un día,
Xamundí estaba durmiendo plácidamente cuando ¡bam! Se abrieron las puertas de
golpe y entró el indígena Pancras, su fiel amigo y consejero, a avisarle que la
tribu de los Petecuy se acercaba con el propósito de saquear sus depósitos de
maíz.
Xamundí se
sorprendió al recibir la noticia y dijo firmemente: “Que vengan mis enemigos a
mí, porque cuando lleguen estaremos listos para defendernos”. Y así fue, se
prepararon para la lucha y para la llegada de los Petecuy a sus tierras.
Dos horas
después, comenzaron a llegar los saqueadores y desde la terraza de su castillo
Xamundí gritó: “Al ataque!” Y de esta manera comenzó la lucha y a rondar la
muerte por las tierras del sur.
CAPITULO 3.
Secretos de familia
Al ver tanta
sangre correr, el cacique se sintió muy triste y pensó… ¿yo qué haría para
ayudar a toda esta gente?, y de repente recordó que hace muchos años su padre,
el gran cacique y guerrero Chichimoco, le contó la historia de un tesoro escondido
en el palacio. También recordó que en el relato había algunas pistas que le
ayudarían a encontrarlos. Siguiendo las señales dadas por su padre encontró una
piedra enorme en un oscuro rincón de su castillo. Se acercó a la piedra y
sacudiendo el polvo que había sobre ella, alcanzó a ver unas palabras que
decían: la solución está bajo tus pies…
CAPITULO 4.
Duelo de caciques
Justo en el
momento en que Xamundí estaba descifrando la clave, entró el cacique Petecuy
dispuesto a luchar por la vida de su pueblo que estaba muriendo de hambre.
Xamundí, conociendo los problemas de sus vecinos, le contó su secreto a
Petecuy. Petecuy llenándose de ambición quiso matar a Xamundí para quedarse con
el tesoro. Comenzó el ataque, y en medio de la lucha, Xamundí tuvo que dar un
salto para defenderse, este salto fue tan fuerte que el suelo se rompió y ambos
cayeron al vacío aterrizando en un estrecho camino. Ambos se incorporaron, se
miraron a los ojos, se dieron la mano y decidieron trabajar juntos para
encontrar el tesoro y beneficiar a los dos pueblos.
CAPITULO 5. El
comienzo de una nueva era
Después de un
largo trayecto, los líderes vieron una luz resplandeciente que mostraba el
final del camino, avanzaron hacia esa luz y encontraron cientos de bultos de
semillas de frutas y vegetales. Tal fue la felicidad que sintieron al ver este
tesoro que se abrazaron y lloraron de alegría porque eso significaba el fin de
tantos años de hambre en la región.
Se cargaron
cuanto pudieron y regresaron por el mismo camino para buscar ayuda. Cuando
lograron salir encontraron a Pancras preocupado por su amigo. Después de
escuchar la historia, corrieron los tres a anunciar la buena noticia y a
declarar el fin de la guerra entre los pueblos del Valle del Cauca.
Pancras
organizó una tropa con los hombres más fuertes y se dirigieron al lugar donde
se encontraba el tesoro para sacar los bultos de allí. Mientras tanto Petecuy y
Xamundí pensaron en una estrategia para distribuir aquel regalo de los dioses
entre los pueblos del Valle, y poner fin al hambre que azotaba la región.
Mandaron cinco mensajeros, los más rápidos, para que convocaran a los Aguales,
a los Buchitolos, a los Gorrones, a los Lilies y a los Calacotos a una reunión
para hacer la repartición equitativa de todas las semillas.
CAPITULO 6.
AGRADECIMIENTO A LOS DIOSES
Seis días
después, al amanecer, se comenzaron a vislumbrar siluetas humanas que se
acercaban a los dominios de Xamundí.
Eran los caciques de las cinco tribus llamadas al encuentro. Xamundí y Petecuy
corrieron a avisar a los cocineros para que prepararan comida y alistaran la
chicha para saciar la sed de los caminantes.
Esa misma
mañana se reunieron los siete caciques,
repartieron el tesoro y juraron administrar bien ese regalo dado por
la madre tierra.
Antes del
anochecer llegaron más hombres de todas las tribus, y después de descansar un
poco, se reunieron con los demás indígenas y alrededor de una gran fogata
danzaron y cantaron agradeciendo al dios Sol y a la madre Tierra por todos los
favores recibidos.
Al día
siguiente, las seis tribus partieron cargadas de semillas y con sus corazones
llenos de ilusión, porque llevaban a sus pueblos alimentos y mucha felicidad.
Desde entones
el Valle del Cauca se convirtió en una tierra próspera. Y el cacique
Xamundí pasó a la historia como un
hombre sabio y valeroso.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
CAPITULO 1.
Orígenes
Había una vez,
hace diez mil años, un grupo de gente extraña, con otras costumbres y
tradiciones. A este se le llamaba indígenas.
Ellos se dividían en tribus, les gustaba cazar y recolectar, además de
pescar y tejer utilizando lo que tenían a su alrededor.
Eran gente de
paz que amaba la naturaleza y la cuidaba.
CAPITULO 2.
Comienzan los problemas
Al sur del
Valle del Cauca vivía la tribu Jamundí, liderada por el gran cacique Xamundí,
hombre fuerte y Valente que guiaba y protegía a su pueblo; con él nada era
imposible para aquella tribu.
Un día,
Xamundí estaba durmiendo plácidamente cuando ¡bam! Se abrieron las puertas de
golpe y entró el indígena Pancras, su fiel amigo y consejero, a avisarle que la
tribu de los Petecuy se acercaba con el propósito de saquear sus depósitos de
maíz.
Xamundí se
sorprendió al recibir la noticia y dijo firmemente: “Que vengan mis enemigos a
mí, porque cuando lleguen estaremos listos para defendernos”. Y así fue, se
prepararon para la lucha y para la llegada de los Petecuy a sus tierras.
Dos horas
después, comenzaron a llegar los saqueadores y desde la terraza de su castillo
Xamundí gritó: “Al ataque!” Y de esta manera comenzó la lucha y a rondar la
muerte por las tierras del sur.
CAPITULO 3.
Secretos de familia
Al ver tanta
sangre correr, el cacique se sintió muy triste y pensó… ¿yo qué haría para
ayudar a toda esta gente?, y de repente recordó que hace muchos años su padre,
el gran cacique y guerrero Chichimoco, le contó la historia de un tesoro escondido
en el palacio. También recordó que en el relato había algunas pistas que le
ayudarían a encontrarlos. Siguiendo las señales dadas por su padre encontró una
piedra enorme en un oscuro rincón de su castillo. Se acercó a la piedra y
sacudiendo el polvo que había sobre ella, alcanzó a ver unas palabras que
decían: la solución está bajo tus pies…
CAPITULO 4.
Duelo de caciques
Justo en el
momento en que Xamundí estaba descifrando la clave, entró el cacique Petecuy
dispuesto a luchar por la vida de su pueblo que estaba muriendo de hambre.
Xamundí, conociendo los problemas de sus vecinos, le contó su secreto a
Petecuy. Petecuy llenándose de ambición quiso matar a Xamundí para quedarse con
el tesoro. Comenzó el ataque, y en medio de la lucha, Xamundí tuvo que dar un
salto para defenderse, este salto fue tan fuerte que el suelo se rompió y ambos
cayeron al vacío aterrizando en un estrecho camino. Ambos se incorporaron, se
miraron a los ojos, se dieron la mano y decidieron trabajar juntos para
encontrar el tesoro y beneficiar a los dos pueblos.
CAPITULO 5. El
comienzo de una nueva era
Después de un
largo trayecto, los líderes vieron una luz resplandeciente que mostraba el
final del camino, avanzaron hacia esa luz y encontraron cientos de bultos de
semillas de frutas y vegetales. Tal fue la felicidad que sintieron al ver este
tesoro que se abrazaron y lloraron de alegría porque eso significaba el fin de
tantos años de hambre en la región.
Se cargaron
cuanto pudieron y regresaron por el mismo camino para buscar ayuda. Cuando
lograron salir encontraron a Pancras preocupado por su amigo. Después de
escuchar la historia, corrieron los tres a anunciar la buena noticia y a
declarar el fin de la guerra entre los pueblos del Valle del Cauca.
Pancras
organizó una tropa con los hombres más fuertes y se dirigieron al lugar donde
se encontraba el tesoro para sacar los bultos de allí. Mientras tanto Petecuy y
Xamundí pensaron en una estrategia para distribuir aquel regalo de los dioses
entre los pueblos del Valle, y poner fin al hambre que azotaba la región.
Mandaron cinco mensajeros, los más rápidos, para que convocaran a los Aguales,
a los Buchitolos, a los Gorrones, a los Lilies y a los Calacotos a una reunión
para hacer la repartición equitativa de todas las semillas.
CAPITULO 6.
AGRADECIMIENTO A LOS DIOSES
Seis días
después, al amanecer, se comenzaron a vislumbrar siluetas humanas que se
acercaban a los dominios de Xamundí.
Eran los caciques de las cinco tribus llamadas al encuentro. Xamundí y Petecuy
corrieron a avisar a los cocineros para que prepararan comida y alistaran la
chicha para saciar la sed de los caminantes.
Esa misma
mañana se reunieron los siete caciques,
repartieron el tesoro y juraron administrar bien ese regalo dado por
la madre tierra.
Antes del
anochecer llegaron más hombres de todas las tribus, y después de descansar un
poco, se reunieron con los demás indígenas y alrededor de una gran fogata
danzaron y cantaron agradeciendo al dios Sol y a la madre Tierra por todos los
favores recibidos.
Al día
siguiente, las seis tribus partieron cargadas de semillas y con sus corazones
llenos de ilusión, porque llevaban a sus pueblos alimentos y mucha felicidad.
Desde entones
el Valle del Cauca se convirtió en una tierra próspera. Y el cacique
Xamundí pasó a la historia como un
hombre sabio y valeroso.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.