Había
una vez una zorra que un día decidió ir de viaje. Ella quería llegar al otro
lado del mundo. Un día, después de mucho caminar, llegó a Dagua, donde nuestra
amiga, la zorra, pudo ver con mucha tristeza que la gente tiraba la comida a la
basura.
Allí en Dagua, las que más botaban basura eran dos hermanitas. La zorra al darse cuenta de eso, las buscó y les llamó la atención, haciéndoles caer en cuenta de su error. Las invitó a dar una vuelta por el pueblo para que observaran cuanta gente tiraba la comida mientras muchas otras personas no tenían que comer. Las hermanitas viendo esto nunca más volvieron a desperdiciar la comida.
Las
dos hermanas agradecidas con la zorra decidieron acompañarla en su travesía,
empacaron lo necesario para emprender el viaje y continuaron el camino tomando
rumbo al norte.
Al
llegar al bosque, escucharon unos quejidos espantosos. Siguiendo el sonido
llegaron hasta una enramada donde había un hombre tendido en el suelo, herido y
sin poder moverse.
Las tres amigas le preguntaron qué había sucedido y el
hombre les contó que había sido atacado por un oso al intentar cazarlo. Ellas
no sabían cómo ayudar al cazador y éste les dijo que en el bosque existía una
planta milagrosa capaz de curarlo todo.
La zorra y las dos hermanas
construyeron una camilla con palos y hojas y trasladaron al hombre al borde del
río, donde encontrarían aquella planta mágica. Caminaron hasta llegar al río,
tomaron un puñado de hojas de la planta, las maceraron sobre una piedra y
aplicaron este remedio sobre las heridas del cazador.
A
partir de este momento, estos cuatro personajes se convirtieron en los mejores
amigos y prometieron dedicarse a cuidar los bosques del Valle del Cauca.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado…
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