Cuenta la
historia que un día los alumnos de tercero del Colegio de San Luis Gonzaga
salieron de excursión al resguardo de los Embera Chami. Los niños querían
conocer y compartir con los pequeños de este grupo indígena.
Todos llegaron muy puntuales el día de la salida. Traían sus loncheras llenas de cosas ricas para compartir con los niños Embera, y por supuesto, no podían faltar los balones para jugar con los que serían, seguramente, sus nuevos amigos. Martín no llevaba balón, el decidió llevar su patineta porque él quería enseñar a sus nuevos amiguitos a divertirse con ella.
Una vez en el
lugar, los niños y la profe Malú fueron a buscar a los ancianos para
dialogar con ellos, ellos les hablaron de sus costumbres, sus danzas y
alimentos típicos. Luego, los niños y la profe salieron a hacer un recorrido
por el resguardo en compañía de los líderes de la tribu.
Antes de
almorzar, algunos de los niños pidieron permiso a la profe para ir a jugar un
partido de fútbol. Al campo de juego llegó un niño indígena que les preguntó si
podía jugar con ellos. Martín, quien no quiso jugar fútbol, sacó su patineta y
comenzó a jugar con ella. En el momento menos pensado Martín se distrajo, resbaló
y cayó de la patineta. Por suerte a Martín no le pasó nada, pero la patineta
salió volando…
Varios niños
del resguardo salieron a buscar la patineta junto con Martín, y con ellos
también fue Luciana. Ella se alejó un poco del grupo y de repente vio entre
los árboles un tigrillo. Luciana asustada, subió rápidamente a un árbol y
empezó a gritar. La familia de Juan, uno de los niños indígenas, salieron
corriendo a ayudarla. Luciana al ver que llegaban alguien en su ayuda se
tranquilizó y desde arriba miró a su alrededor y se dio cuenta de que a sólo
10m de distancia estaba la patineta de Martín. Ella dio aviso a sus amigos y
ellos corrieron a buscarla.
La familia de Juan ayudó a
Luciana a bajar de lo alto del árbol y después de que todos se cercioraron de que
ella estaba bien volvieron felices al campo de juego.
Disfrutaron, rieron e
hicieron nuevos amigos. Después de un largo día lleno de aventuras los chicos
sanluiseños subieron al bus de regreso a casa y al cabo de 5 min todos
cansados, cayeron dormidos y soñaron regresar de nuevo a ese hermoso lugar
llego de naturaleza y gente amable.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado…
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