Cuentan,
los que vivieron en el Valle del Cauca, que había un niño indígena muy malo con los
demás llamado Carlos.
Un
día, Carlos se fue sin permiso al bosque e inesperadamente vio una zarigüeya grande y
violenta, así que empezó a correr. Se paró en una hoja, pero lo que no sabía
era que esa hoja hacía parte de un árbol mágico... la hoja comenzó a subir y subir. De repente, Carlos se encontró con un indígena llamado Boydaan quien lo
ayudó a bajar.
Carlos nuevamente miró a la zarigüeya, sacó su lanza y la espantó.
Al
otro día, inesperadamente le dolían las costillas y se fue al árbol mágico. Se acercó y le
preguntó que si lo podía curar y el árbol le dijo que sí. Al pie del árbol apareció una tierna ardillita que comenzó a juguetear alrededor de Carlos, a él le pareció muy graciosa y decidió llevársela a casa.
El tiempo pasó, y 10 años después Carlos se acercó al cacique y le preguntó: ¿cacique me puedo ir?
Y el cacique le respondió: sí, vete.
Carlos, junto con algunos de los esclavos, formaron un pequeño ejército y decidieron comenzar a luchar contra los europeos. Murió mucha gente de ambos bandos pero finalmente Carlos fue el único que se salvó.
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